Topos en las empresas
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Topos en las empresas
No lleva gabardina, ni sombrero, ni cigarrillo en los labios, pero a tu lado puede haber un detective. Las compañías contratan a investigadores para saber si la competencia les está robando ideas
Seguro que nadie en Valeo, uno de los mayores fabricantes de piezas de coches en Francia, sospechaba de la nueva becaria de origen chino, Li Li, de 22 años. Pero cuando hace un mes fueron descubiertos archivos en su ordenador que la implicaban en un caso de espionaje industrial, más de un directivo se echó las manos a la cabeza.
Las empresas no sólo tiene que luchar contra sus competidores. Algunas se han dado cuenta de que tienen al enemigo en casa: empleados infiltrados que tratan de obtener información confidencial para venderla a otras compañías rivales. Las armas para luchar contra estos topos son escasas, aunque los detectives secretos empiezan a ponerse de moda, tanto en las grandes empresas como en las pymes. "Entre mis clientes tengo empresas que cotizan en bolsa", afirma César Martín, director de Castellana Detectives, una agencia de investigadores que tiene su sede en Madrid y prevé la apertura de nuevas oficinas en Barcelona y Sevilla.
Una de las tácticas más peligrosas, pero más demandadas actualmente es la infiltración de un investigador en la propia compañía. Se emplea en ocasiones muy excepcionales, porque requiere un detective a tiempo completo. "Una de las pruebas más importantes para la resolución de unos robos que estaba padeciendo una compañía de logística la obtuvo la detective al irse de copas con los empleados", apunta Martín. No es fácil ser un infiltrado, ya que se necesita saber de qué se está hablando para engañar al sospechoso. Y no es barato. Una hora de trabajo suele costar entre 70 y 100 euros.
Caso resuelto
El año pasado, las agencias resolvieron 66.000 casos de todo tipo, según los datos de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España. El negocio que ha generado son 480 millones de euros. El 80% de las consultas pertenecen al ámbito empresarial y el 20% restante responde a peticiones particulares por temas relacionados con infidelidades conyugales o cuestiones de menores.
El sector se encuentra en un proceso de transformación. El detective actual ya no responde al prototipo de la novela negra, sino que se trata de un profesional que ha estudiado carreras como Derecho y que ha pasado un periodo de formación de tres años en un Instituto de Criminología, según dice Javier Iglesias, director de la agencia Rausa, que tiene ocho investigadores especializados en empresas. El espionaje industrial es uno de los ejemplos más extremos a los que puede enfrentarse un investigador. Ante indicios sospechosos, el cliente puede empezar a sospechar que un competidor le ha instalado un micrófono, asegura Martín. "Mi trabajo es verificar si la sospecha es real", aclara Martín. "Una vez detectados los micros, planteo al cliente la posibilidad de quitarlos o dejarlos para pasar al competidor información falsa", comenta.
Los problemas relacionados con el absentismo laboral y las falsas bajas laborales son dos de los asuntos que más se demandan por parte de las empresas. "No es normal que se pida la intervención de un investigador, a no ser que se trate de casos graves", explica Guillermo Huelin, Director General de Operaciones de Belt Ibérica S.A., consultora de prevención. "Recuerdo un caso en el que un hombre se había dado de baja porque decía que tenía fuertes dolores de espalada, y le grabamos durante dos horas cargando sacos de cemento", cuenta Martín. Esa grabación fue utilizada por la defensa de la empresa en un tribunal para demostrar que se estaba cometiendo fraude.
El enemigo está en casa
Otro asunto muy demandado es la detección de empleados infieles. "En una compañía de cosmética alemana sospechaban que algunos trabajadores se estaban aprovechando del negocio", comenta Javier Iglesias. Los indicios demostraron que las sospechas eran ciertas. La reclamación de una clienta que se había visto afectada por el uso de un producto que era "muy similar" al que fabrica la compañía les puso sobre la pista. "Empezamos a investigar a los empleados y nos dimos cuenta de que había cinco trabajadores que se habían montado una empresa paralela y sacaban beneficios de la falsificación casi perfecta, del producto", dice Iglesias.
Uno de los métodos más empleados para demostrar si existe delito es el seguimiento al individuo, grabando sus movimientos. "Suelen durar dos o tres días, que son suficientes para demostrar o aportar pruebas concluyentes para nuestros clientes", asegura Martín.
Los detectives también son tekis
Los detectives privados necesitan un soporte tecnológico altamente sofisticado. Javier Sandoval, fundador de Diseño de Tecnología y Sistemas, trata de fabricar el último grito en cámaras ocultas y sistemas de audio para que el detective consiga su propósito. Según cuenta Sandoval, las empresas son "las que más demandan nuestros servicios". Hoy en día se pFoto:www.pasoo.comueden colocar una cámara oculta en un despacho y controlarla por control remoto. Además, se fabrican prendas de vestir que llevan una minicámara incorporada. En el negocio de Javier inventar constantemente nuevos métodos, "porque las cámaras ocultas que se muestran en los programas de televisión han puesto a todos alerta", relata el responsable de Diseño de Tecnologías y Sistemas.
Hoy se pueden hacer escuchas en un coche manipulando el GPS, algo legal si el vehículo es de la empresa que contrata los servicios. La última moda en las compañías es imitar lo que hizo el Vaticano durante las elección del Papa en la Capilla Sixtina: un barrido de audio en los despachos para dejar fuera de circulación cualquier micrófono. El mecanismo detecta mediante ondas radiomagnéticas la presencia de micros. Los profesionales como Javier siempre tiene el equipo listo.
Fuente: Actualidad Económica
Junio de 2005
Seguro que nadie en Valeo, uno de los mayores fabricantes de piezas de coches en Francia, sospechaba de la nueva becaria de origen chino, Li Li, de 22 años. Pero cuando hace un mes fueron descubiertos archivos en su ordenador que la implicaban en un caso de espionaje industrial, más de un directivo se echó las manos a la cabeza.
Las empresas no sólo tiene que luchar contra sus competidores. Algunas se han dado cuenta de que tienen al enemigo en casa: empleados infiltrados que tratan de obtener información confidencial para venderla a otras compañías rivales. Las armas para luchar contra estos topos son escasas, aunque los detectives secretos empiezan a ponerse de moda, tanto en las grandes empresas como en las pymes. "Entre mis clientes tengo empresas que cotizan en bolsa", afirma César Martín, director de Castellana Detectives, una agencia de investigadores que tiene su sede en Madrid y prevé la apertura de nuevas oficinas en Barcelona y Sevilla.
Una de las tácticas más peligrosas, pero más demandadas actualmente es la infiltración de un investigador en la propia compañía. Se emplea en ocasiones muy excepcionales, porque requiere un detective a tiempo completo. "Una de las pruebas más importantes para la resolución de unos robos que estaba padeciendo una compañía de logística la obtuvo la detective al irse de copas con los empleados", apunta Martín. No es fácil ser un infiltrado, ya que se necesita saber de qué se está hablando para engañar al sospechoso. Y no es barato. Una hora de trabajo suele costar entre 70 y 100 euros.
Caso resuelto
El año pasado, las agencias resolvieron 66.000 casos de todo tipo, según los datos de la Asociación Profesional de Detectives Privados de España. El negocio que ha generado son 480 millones de euros. El 80% de las consultas pertenecen al ámbito empresarial y el 20% restante responde a peticiones particulares por temas relacionados con infidelidades conyugales o cuestiones de menores.
El sector se encuentra en un proceso de transformación. El detective actual ya no responde al prototipo de la novela negra, sino que se trata de un profesional que ha estudiado carreras como Derecho y que ha pasado un periodo de formación de tres años en un Instituto de Criminología, según dice Javier Iglesias, director de la agencia Rausa, que tiene ocho investigadores especializados en empresas. El espionaje industrial es uno de los ejemplos más extremos a los que puede enfrentarse un investigador. Ante indicios sospechosos, el cliente puede empezar a sospechar que un competidor le ha instalado un micrófono, asegura Martín. "Mi trabajo es verificar si la sospecha es real", aclara Martín. "Una vez detectados los micros, planteo al cliente la posibilidad de quitarlos o dejarlos para pasar al competidor información falsa", comenta.
Los problemas relacionados con el absentismo laboral y las falsas bajas laborales son dos de los asuntos que más se demandan por parte de las empresas. "No es normal que se pida la intervención de un investigador, a no ser que se trate de casos graves", explica Guillermo Huelin, Director General de Operaciones de Belt Ibérica S.A., consultora de prevención. "Recuerdo un caso en el que un hombre se había dado de baja porque decía que tenía fuertes dolores de espalada, y le grabamos durante dos horas cargando sacos de cemento", cuenta Martín. Esa grabación fue utilizada por la defensa de la empresa en un tribunal para demostrar que se estaba cometiendo fraude.
El enemigo está en casa
Otro asunto muy demandado es la detección de empleados infieles. "En una compañía de cosmética alemana sospechaban que algunos trabajadores se estaban aprovechando del negocio", comenta Javier Iglesias. Los indicios demostraron que las sospechas eran ciertas. La reclamación de una clienta que se había visto afectada por el uso de un producto que era "muy similar" al que fabrica la compañía les puso sobre la pista. "Empezamos a investigar a los empleados y nos dimos cuenta de que había cinco trabajadores que se habían montado una empresa paralela y sacaban beneficios de la falsificación casi perfecta, del producto", dice Iglesias.
Uno de los métodos más empleados para demostrar si existe delito es el seguimiento al individuo, grabando sus movimientos. "Suelen durar dos o tres días, que son suficientes para demostrar o aportar pruebas concluyentes para nuestros clientes", asegura Martín.
Los detectives también son tekis
Los detectives privados necesitan un soporte tecnológico altamente sofisticado. Javier Sandoval, fundador de Diseño de Tecnología y Sistemas, trata de fabricar el último grito en cámaras ocultas y sistemas de audio para que el detective consiga su propósito. Según cuenta Sandoval, las empresas son "las que más demandan nuestros servicios". Hoy en día se pFoto:www.pasoo.comueden colocar una cámara oculta en un despacho y controlarla por control remoto. Además, se fabrican prendas de vestir que llevan una minicámara incorporada. En el negocio de Javier inventar constantemente nuevos métodos, "porque las cámaras ocultas que se muestran en los programas de televisión han puesto a todos alerta", relata el responsable de Diseño de Tecnologías y Sistemas.
Hoy se pueden hacer escuchas en un coche manipulando el GPS, algo legal si el vehículo es de la empresa que contrata los servicios. La última moda en las compañías es imitar lo que hizo el Vaticano durante las elección del Papa en la Capilla Sixtina: un barrido de audio en los despachos para dejar fuera de circulación cualquier micrófono. El mecanismo detecta mediante ondas radiomagnéticas la presencia de micros. Los profesionales como Javier siempre tiene el equipo listo.
Fuente: Actualidad Económica
Junio de 2005
Fox Mulder- Detective Administrador
- Cantidad de envíos : 4441
Edad : 46
Localización : ALICANTE
Empleo : EX DETECTIVE PRIVADO
TIP : 1748
Fecha de inscripción : 21/01/2008
Re: Topos en las empresas
Una joven asiática estudiante de Ingeniería está acusada de espionaje industrial en Francia por robar supuestamente ficheros de la empresa en la que hacía sus prácticas
¿Quién es Li Li? Esta es la pregunta que se hace la gente en todos los sitios en que la conocen. En los pasillos de la Universidad de Tecnología de Compiegne (UTC, en Francia), donde, desde hace tres años, luchaba por conseguir su diploma de ingeniero. En la empresa de equipamientos automovilísticos Valeo, que la acogía en prácticas desde el pasado mes de febrero en su sede de investigación de La Verrière (Yvelines). En la división económica y financiera del Juzgado de Versalles que, desde hace unos días, investiga su recorrido vital, tan normalito.
¿Quién es Li Li? La joven china de 22 años ¿es sólo «una chica sencilla a la que nadie prestaba atención», como decían sus compañeros de clase? ¿«Una estudiante normal, como cualquier otra», como aseguran sus profesores, víctima de la psicosis comercial que provoca la competencia china? ¿O es, por el contrario, la Mata Hari del siglo XXI, versión made in China y globalización salvaje, seductora hipótesis en el momento en que el frenesí del espionaje industrial llega a los ministerios y a las empresas?
Xiao Liang, de 23 años, su ex vecino de habitación en el segundo piso de una de las residencias de la ciudad universitaria no cree en esta última posibilidad. «Es completamente absurdo y surrealista. Ella no es capaz de una cosa así».
En cambio, los magistrados de Versalles han considerado la investigación suficientemente sólida como para procesar a Li Li por «abuso de confianza» y «acceso fraudulento a un sistema informático», y enviarla a reclusión preventiva. Según un policía, «los objetivos descubiertos y las perspectivas de la investigación eran suficientemente inquietantes para que se hiciese salir a esta persona del circuito».
Y eso que, aparentemente, su trayectoria vital es de lo más limpia.Li Li llega a Francia en el mes de febrero de 2002. En la ciudad de Wuhan, en el centro de China, donde nació 20 años antes, cursó el equivalente del Bachillerato y después hizo el Gao Kao, el examen de entrada en la Universidad.
Sus buenas notas le valieron el ser preseleccionada por la dirección de su instituto. Tras una entrevista con un representante de la UTC, es elegida por esta prestigiosa universidad francesa. Lo mismo que los 23 alumnos chinos que en ella estudian este año. La pista china es ya una tradición en esta universidad que se dispone, incluso, a inaugurar, el próximo mes de septiembre, la primera promoción de una «universidad de tecnología sinoeuropea» en Shangai.
Comportamiento anormal
«Li Li entró en la UTC de una forma absolutamente normal, siguiendo el proceso habitual, en el marco de los acuerdos firmados con los mejores institutos de Bachillerato chinos», explica Pierre Orsero, director de pedagogía de la UTC.
Tras un curso intensivo de seis meses en francés, Li Li, con su tarjeta de estudiante en el bolsillo, aterriza en Compiegne. No es la superdotada políglota inicialmente descrita por las fuentes judiciales. «Su escolaridad es normal. Es mejor en materias científicas, pero sin resultados excepcionales. Se sitúa en la primera mitad de su promoción», resume Pierre Orsero.
Se defiende en francés y tiene que presentarse dos veces para conseguir el nivel de inglés mínimo exigido, al tiempo que se inicia muy someramente en el alemán. «Es una chica muy seria que pasa mucho tiempo trabajando», dice su compañero Xiao Liang.
Según sus amigos, fuera de las clases, a Li Li le gusta «el 'pop' chino y las canciones de amor», tiene amigos, le gusta bailar y tomarse una cerveza en las fiestas organizadas por las estudiantes en una discoteca de Compiegne.
Tras cursar durante dos años las asignaturas comunes, Li Li opta por su especialidad: Ingeniería de Sistemas Mecánicos. Tras dos semestres de especialización, va a realizar sus prácticas convencionales en la empresa de equipamiento automovilístico Valeo. «No pidió explícitamente ir a Valeo. Fue la empresa la que decidió llevársela», añade Orsero.
El pasado mes de febrero, Li Li comienza sus prácticas en la sede de La Verrière, en la división «térmica», especializada en los sistemas de climatización. Uno de los escasos mercados en crecimiento exponencial en el sector de las piezas automovilísticas y auténtica vaca lechera de Valeo.
Su trabajo de prácticas no aborda tema sensible alguno: trata de la utilización de nuevos programas operativos asistidos por ordenados. «Es un tema de metodología muy general, que se centra más en la formación en un método que en un objeto técnico especial, el último modelo de climatizados, u otro. No estaba, pues, implicada en un proyecto hipersensible relacionado con un cliente o con un fabricante», explica alguien que conoce a fondo el caso.
Todo marcha bien para Li Li en Valeo. Hasta que «ciertos comportamientos hacen sospechar a su entorno profesional», indica un trabajador de la empresa. Por ejemplo, el disco duro que siempre lleva con ella. «Jornadas de trabajo en el ordenador demasiado largas en relación con el trabajo que realizaba», añade otra fuente. Y, sobre todo, la desaparición de ficheros en el ordenador que le fue asignado.
«Fue como una sacudida»
El martes 26 de abril, la empresa deposita una denuncia ante la comisaría de Elancourt. Al día siguiente, a las 10.05 horas, Li Li es detenida en su puesto de trabajo. Al instante, un email de Valeo llega al servicio de prácticas y a la dirección de relaciones empresariales de la UTC.
«Fue como una sacudida. Nos lo tomamos muy en serio. No nos hizo ninguna gracia, porque, además, Valeo es uno de nuestros grandes clientes», dice un directivo de la UTC. Al principio, no es fácil que parta de la Universidad abordar el caso, dado que cerca del 30% de los diplomados de la escuela hacen sus prácticas por término medio en el sector automovilístico.
Además, la UTC está «acostumbrada a gestionar las prácticas de los alumnos con confidencialidad», añade el directivo. Un alto responsable policial gestiona la seguridad y el servicio informático de la Universidad, donde no es raro que los temas de tesis se clasifiquen como confidenciales. Y donde la dirección, al igual que en otras escuelas y universidades estratégicas de Francia, transmite en el comienzo de cada curso las fichas de los estudiantes extranjeros. Como la de Li Li.
En el estudio de Guyancourt, donde vivía desde el mes de febrero con su amigo, François, un estudiante francés de la misma universidad, se encontraron tres discos duros. Y, en uno de ellos, ficheros procedentes de Valeo.
«Vino a Valeo con un disco duro del exterior, grabó ficheros y se fue con ellos y borró ficheros en los discos de Valeo», explica un investigador. Li Li lo niega. «Ella dice que es una manipulación, que había borrado esos ficheros en el ordenador para ganar memoria y que se había llevado a casa los ficheros para seguir trabajando sobre ellos y avanzar en sus prácticas», añade el policía. Pero, interrogado, su amigo niega que haya trabajado «jamás» en casa.
Sobre la cláusula de confidencialidad, firmada al comienzo de las prácticas y que le prohíbe sacar datos de la empresa, asegura que «no la entendió». «Hay un montón de declaraciones que hacen sospechar que ha contado mentiras», resumen en los juzgados de Versalles.
¿Está haciendo teatro Li Li? «No es una chica especialmente fuerte», explica su amigo Xiao Liang. «Es una chica que, de vez en cuando, hasta puede llorar por pequeñas cosas. Por ejemplo, por haberse enfadado con algún amigo». Un retrato que no se ajusta en absoluto a la impresión que le dejó al oficial durante su interrogatorio: «Muy amable y muy tranquila. No se puso nerviosa ni se angustió en ningún momento».
Para los investigadores, su historia no se tiene en pie y Li Li es entregada a la Justicia que la detiene preventivamente. Se abre una investigación judicial, confiada al juez de instrucción Fouad Meslem. «El hecho de que haya transferido los datos demuestra que ha preparado bien su golpe», indican en el juzgado de Versalles.«Los ficheros encontrados en su casa son ficheros sensibles y altamente confidenciales».
La sección económica y financiera del Juzgado de Versalles se hace cargo del dossier. En cambio, la policía no muestra, de entrada, demasiado interés en el caso. «Por ahora, el asunto no parece atentar contra los intereses fundamentales de la nación», explica un policía.
Daño colateral
Pero funcionarios de este servicio pasaron por el campus, el pasado miércoles, para interrogar a determinados profesores sobre el «perfil» de Li Li. Paralelamente, y mientras la cuestión de las importaciones textiles chinas hace furor entre las empresas europeas, el caso se filtra, oportunamente, el mismo día de la visita a Francia del ministro chino de Comercio, Bo Xilai, que lo considera «lamentable»...
Daño colateral: es también el día de la asamblea general de los accionistas de Valeo. A la salida de dicha asamblea, Thierry Morin, el presidente de la empresa, intenta calmar las aguas. Rechaza el término de «espionaje industrial». Y jura que no tiene conocimiento de que los datos sean de «alto riesgo». Y es que el asunto puede dejar mal a Valeo, que trabaja para diversos fabricantes en proyectos a dos o tres años, que se supone que conserva en secreto.
Un directivo de Valeo está convencido de que se trata de espionaje.«Parece evidente que esta joven actuó para conseguir información industrial sobre los vehículos del mañana». Un policía especializado precisa: «No se puede descartar la posibilidad de que empresas chinas la hayan captado, pero también ha podido hacerse con estos datos con fines exclusivamente personales, para conservarlos o venderlos más tarde, en China».
Desde su llegada a China en 1994, siguiendo la estela de PSA Peugeot-Citroën, Valeo montó un negocio de envergadura, con nueve joint-ventures industriales y un primer centro chino de investigación y desarrollo, abierto en 2004 en Wuhan, la ciudad de Li Li.
Valeo forma también a los aduaneros europeos y chinos en la detección de las copias y organiza habitualmente verdaderas operaciones de comandos y de investigación, en las que abogados y detectives locales intentan seguir las pistas de las copias.
¿Las actividades industriales de la provincia de Li Li, una de las regiones estrella del automóvil chino, a donde volvía de vacaciones, son una pista creíble? «La hipótesis es seductora», dicen en los juzgados de Versalles. Pero hay que demostrarla».
Los investigadores hurgan en los ordenadores, en las finanzas, en las llamadas telefónicas, en los emails y en las relaciones de la joven, que debería ser interrogada pronto por el magistrado instructor.
El próximo mes de julio, Li Li debería volver a la UTC, tras terminar sus prácticas, para cursar su último año de estudios.Desde hace 10 días, duerme en la prisión de mujeres de Versalles.
Fuente: El Mundo
16.05.05
¿Quién es Li Li? Esta es la pregunta que se hace la gente en todos los sitios en que la conocen. En los pasillos de la Universidad de Tecnología de Compiegne (UTC, en Francia), donde, desde hace tres años, luchaba por conseguir su diploma de ingeniero. En la empresa de equipamientos automovilísticos Valeo, que la acogía en prácticas desde el pasado mes de febrero en su sede de investigación de La Verrière (Yvelines). En la división económica y financiera del Juzgado de Versalles que, desde hace unos días, investiga su recorrido vital, tan normalito.
¿Quién es Li Li? La joven china de 22 años ¿es sólo «una chica sencilla a la que nadie prestaba atención», como decían sus compañeros de clase? ¿«Una estudiante normal, como cualquier otra», como aseguran sus profesores, víctima de la psicosis comercial que provoca la competencia china? ¿O es, por el contrario, la Mata Hari del siglo XXI, versión made in China y globalización salvaje, seductora hipótesis en el momento en que el frenesí del espionaje industrial llega a los ministerios y a las empresas?
Xiao Liang, de 23 años, su ex vecino de habitación en el segundo piso de una de las residencias de la ciudad universitaria no cree en esta última posibilidad. «Es completamente absurdo y surrealista. Ella no es capaz de una cosa así».
En cambio, los magistrados de Versalles han considerado la investigación suficientemente sólida como para procesar a Li Li por «abuso de confianza» y «acceso fraudulento a un sistema informático», y enviarla a reclusión preventiva. Según un policía, «los objetivos descubiertos y las perspectivas de la investigación eran suficientemente inquietantes para que se hiciese salir a esta persona del circuito».
Y eso que, aparentemente, su trayectoria vital es de lo más limpia.Li Li llega a Francia en el mes de febrero de 2002. En la ciudad de Wuhan, en el centro de China, donde nació 20 años antes, cursó el equivalente del Bachillerato y después hizo el Gao Kao, el examen de entrada en la Universidad.
Sus buenas notas le valieron el ser preseleccionada por la dirección de su instituto. Tras una entrevista con un representante de la UTC, es elegida por esta prestigiosa universidad francesa. Lo mismo que los 23 alumnos chinos que en ella estudian este año. La pista china es ya una tradición en esta universidad que se dispone, incluso, a inaugurar, el próximo mes de septiembre, la primera promoción de una «universidad de tecnología sinoeuropea» en Shangai.
Comportamiento anormal
«Li Li entró en la UTC de una forma absolutamente normal, siguiendo el proceso habitual, en el marco de los acuerdos firmados con los mejores institutos de Bachillerato chinos», explica Pierre Orsero, director de pedagogía de la UTC.
Tras un curso intensivo de seis meses en francés, Li Li, con su tarjeta de estudiante en el bolsillo, aterriza en Compiegne. No es la superdotada políglota inicialmente descrita por las fuentes judiciales. «Su escolaridad es normal. Es mejor en materias científicas, pero sin resultados excepcionales. Se sitúa en la primera mitad de su promoción», resume Pierre Orsero.
Se defiende en francés y tiene que presentarse dos veces para conseguir el nivel de inglés mínimo exigido, al tiempo que se inicia muy someramente en el alemán. «Es una chica muy seria que pasa mucho tiempo trabajando», dice su compañero Xiao Liang.
Según sus amigos, fuera de las clases, a Li Li le gusta «el 'pop' chino y las canciones de amor», tiene amigos, le gusta bailar y tomarse una cerveza en las fiestas organizadas por las estudiantes en una discoteca de Compiegne.
Tras cursar durante dos años las asignaturas comunes, Li Li opta por su especialidad: Ingeniería de Sistemas Mecánicos. Tras dos semestres de especialización, va a realizar sus prácticas convencionales en la empresa de equipamiento automovilístico Valeo. «No pidió explícitamente ir a Valeo. Fue la empresa la que decidió llevársela», añade Orsero.
El pasado mes de febrero, Li Li comienza sus prácticas en la sede de La Verrière, en la división «térmica», especializada en los sistemas de climatización. Uno de los escasos mercados en crecimiento exponencial en el sector de las piezas automovilísticas y auténtica vaca lechera de Valeo.
Su trabajo de prácticas no aborda tema sensible alguno: trata de la utilización de nuevos programas operativos asistidos por ordenados. «Es un tema de metodología muy general, que se centra más en la formación en un método que en un objeto técnico especial, el último modelo de climatizados, u otro. No estaba, pues, implicada en un proyecto hipersensible relacionado con un cliente o con un fabricante», explica alguien que conoce a fondo el caso.
Todo marcha bien para Li Li en Valeo. Hasta que «ciertos comportamientos hacen sospechar a su entorno profesional», indica un trabajador de la empresa. Por ejemplo, el disco duro que siempre lleva con ella. «Jornadas de trabajo en el ordenador demasiado largas en relación con el trabajo que realizaba», añade otra fuente. Y, sobre todo, la desaparición de ficheros en el ordenador que le fue asignado.
«Fue como una sacudida»
El martes 26 de abril, la empresa deposita una denuncia ante la comisaría de Elancourt. Al día siguiente, a las 10.05 horas, Li Li es detenida en su puesto de trabajo. Al instante, un email de Valeo llega al servicio de prácticas y a la dirección de relaciones empresariales de la UTC.
«Fue como una sacudida. Nos lo tomamos muy en serio. No nos hizo ninguna gracia, porque, además, Valeo es uno de nuestros grandes clientes», dice un directivo de la UTC. Al principio, no es fácil que parta de la Universidad abordar el caso, dado que cerca del 30% de los diplomados de la escuela hacen sus prácticas por término medio en el sector automovilístico.
Además, la UTC está «acostumbrada a gestionar las prácticas de los alumnos con confidencialidad», añade el directivo. Un alto responsable policial gestiona la seguridad y el servicio informático de la Universidad, donde no es raro que los temas de tesis se clasifiquen como confidenciales. Y donde la dirección, al igual que en otras escuelas y universidades estratégicas de Francia, transmite en el comienzo de cada curso las fichas de los estudiantes extranjeros. Como la de Li Li.
En el estudio de Guyancourt, donde vivía desde el mes de febrero con su amigo, François, un estudiante francés de la misma universidad, se encontraron tres discos duros. Y, en uno de ellos, ficheros procedentes de Valeo.
«Vino a Valeo con un disco duro del exterior, grabó ficheros y se fue con ellos y borró ficheros en los discos de Valeo», explica un investigador. Li Li lo niega. «Ella dice que es una manipulación, que había borrado esos ficheros en el ordenador para ganar memoria y que se había llevado a casa los ficheros para seguir trabajando sobre ellos y avanzar en sus prácticas», añade el policía. Pero, interrogado, su amigo niega que haya trabajado «jamás» en casa.
Sobre la cláusula de confidencialidad, firmada al comienzo de las prácticas y que le prohíbe sacar datos de la empresa, asegura que «no la entendió». «Hay un montón de declaraciones que hacen sospechar que ha contado mentiras», resumen en los juzgados de Versalles.
¿Está haciendo teatro Li Li? «No es una chica especialmente fuerte», explica su amigo Xiao Liang. «Es una chica que, de vez en cuando, hasta puede llorar por pequeñas cosas. Por ejemplo, por haberse enfadado con algún amigo». Un retrato que no se ajusta en absoluto a la impresión que le dejó al oficial durante su interrogatorio: «Muy amable y muy tranquila. No se puso nerviosa ni se angustió en ningún momento».
Para los investigadores, su historia no se tiene en pie y Li Li es entregada a la Justicia que la detiene preventivamente. Se abre una investigación judicial, confiada al juez de instrucción Fouad Meslem. «El hecho de que haya transferido los datos demuestra que ha preparado bien su golpe», indican en el juzgado de Versalles.«Los ficheros encontrados en su casa son ficheros sensibles y altamente confidenciales».
La sección económica y financiera del Juzgado de Versalles se hace cargo del dossier. En cambio, la policía no muestra, de entrada, demasiado interés en el caso. «Por ahora, el asunto no parece atentar contra los intereses fundamentales de la nación», explica un policía.
Daño colateral
Pero funcionarios de este servicio pasaron por el campus, el pasado miércoles, para interrogar a determinados profesores sobre el «perfil» de Li Li. Paralelamente, y mientras la cuestión de las importaciones textiles chinas hace furor entre las empresas europeas, el caso se filtra, oportunamente, el mismo día de la visita a Francia del ministro chino de Comercio, Bo Xilai, que lo considera «lamentable»...
Daño colateral: es también el día de la asamblea general de los accionistas de Valeo. A la salida de dicha asamblea, Thierry Morin, el presidente de la empresa, intenta calmar las aguas. Rechaza el término de «espionaje industrial». Y jura que no tiene conocimiento de que los datos sean de «alto riesgo». Y es que el asunto puede dejar mal a Valeo, que trabaja para diversos fabricantes en proyectos a dos o tres años, que se supone que conserva en secreto.
Un directivo de Valeo está convencido de que se trata de espionaje.«Parece evidente que esta joven actuó para conseguir información industrial sobre los vehículos del mañana». Un policía especializado precisa: «No se puede descartar la posibilidad de que empresas chinas la hayan captado, pero también ha podido hacerse con estos datos con fines exclusivamente personales, para conservarlos o venderlos más tarde, en China».
Desde su llegada a China en 1994, siguiendo la estela de PSA Peugeot-Citroën, Valeo montó un negocio de envergadura, con nueve joint-ventures industriales y un primer centro chino de investigación y desarrollo, abierto en 2004 en Wuhan, la ciudad de Li Li.
Valeo forma también a los aduaneros europeos y chinos en la detección de las copias y organiza habitualmente verdaderas operaciones de comandos y de investigación, en las que abogados y detectives locales intentan seguir las pistas de las copias.
¿Las actividades industriales de la provincia de Li Li, una de las regiones estrella del automóvil chino, a donde volvía de vacaciones, son una pista creíble? «La hipótesis es seductora», dicen en los juzgados de Versalles. Pero hay que demostrarla».
Los investigadores hurgan en los ordenadores, en las finanzas, en las llamadas telefónicas, en los emails y en las relaciones de la joven, que debería ser interrogada pronto por el magistrado instructor.
El próximo mes de julio, Li Li debería volver a la UTC, tras terminar sus prácticas, para cursar su último año de estudios.Desde hace 10 días, duerme en la prisión de mujeres de Versalles.
Fuente: El Mundo
16.05.05
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Edad : 46
Localización : ALICANTE
Empleo : EX DETECTIVE PRIVADO
TIP : 1748
Fecha de inscripción : 21/01/2008
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