Grafología en las empresas: dime cómo escribes y te diré si te contrato
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Grafología en las empresas: dime cómo escribes y te diré si te contrato
Cada perfil laboral requiere un trazo, velocidad, separación y presión de escritura distinta.
Muy bien y ahora escriba a mano qué aspiraciones tiene para este puesto y después, más abajo, firme. Seguramente ya ha pasado todas las fases de selección de personal y ahora está a punto de enfrentarse a la prueba caligráfica. Un método cada vez más utilizado en las empresas españolas para quedarse con uno u otro candidato aunque los currículums lleguen por vías cada vez más tecnológicas.
"Antes se hacía de forma tácita pero cada vez es más común decirlo, explicar que estás haciendo una prueba caligráfica, normalmente nadie se niega", explica Francesc Viñals, presidente de la Asociación de Grafoanalistas Consultivos de España.
Una técnica complementaria
En comparación con el resto de Europa, España todavía cuenta con pocos grafoanalistas para selección de personal: unos 700 en activo. En Francia, donde nació este método, el 52 por ciento de las empresas y un 85 por ciento de las consultoras lo utilizan.
A pesar de las ampollas que levanta entre algunos de sectores, sobre todo en el de los candidatos, los grafoanalistas consultados por elEconomista coinciden en que "se trata de una técnica complementaria. Se suele usar al final, cuando se quedan con dudas entre tres o cuatro candidatos. Normalmente se hace primero la entrevista y los test de todo tipo", explica Mauricio Xandró, presidente de la Asociación Española de Grafología .
¿Quién lo usa?
Según la Asociación de Grafoanalistas Consultivos, entre las empresas que utilizan este sistema en España para seleccionar a sus candidatos figuran compañías de la talla de Laboratorios Boehringer, Renfe, Cruz Verde, Titanlux, La Caixa, Logista, Aguas de Barcelona, Gallina Blanca o también Henkel Ibérica.
A pesar de la diversidad de sectores en los que se utiliza, la grafología funciona según los puestos a cubrir. Por ejemplo, el aspirante a comercial de una compañía debe mantener en su escritura unos rasgos concretos adecuados a la personalidad que la empresa que le contrata cree necesarios para ese puesto.
Y lo mismo sucede para un director general, jefe de ventas, un administrativo... "Hay una ficha para cada perfil profesional con las características que tiene que tener la letra. Es cierto que puede haber excepciones y que alguien cuya letra no se ajuste del todo al perfil puede ser bueno en el puesto, pero si la persona que escoges escribe como debe para ese puesto, entonces no te equivocas", asegura Xandró.
El grafoanalista José Javier Simón, autor de varios libros sobre grafología y selección de personal, asegura que las empresas lo hacen con alto cargos, "gente que quieren que dure en la empresa y que tienen valía". Insiste en que, aunque cada vez se usa más, el ir y venir del mercado laboral descarta su uso para algunos candidatos. "La gente joven y barata entra y sale de los sitios en poco tiempo, para este tipo de empleo no es necesario una prueba grafológica. Pero si buscas un alto directivo, también tienes que tener en cuenta que estas personas no están para estar pasando tests toda la tarde", comenta.
Los mismos grafoanalistas explican que la probabilidad de acertar al elegir el candidato idóneo es de un 85 por ciento frente a un margen de error del 15 por ciento.
¿En qué se fijan?
"La letra permite saber cómo eres pero más importante que eso para una empresa es saber cómo te vas a relacionar con tu entorno, eso es lo que importa a las compañías", explica Simón.
Entre las cosas que miran las empresas están la situación del texto y de la firma en la página - se debe escribir en un folio no pautado y nunca sobre un cristal-, los márgenes que deja el candidato, la separación entre letras, palabras y frases, el tamaño de la letra, la forma de la misma y la velocidad y presión del trazo, entre otros, además de comas, punto y coma y puntos sobre las íes.
Simón explica que la velocidad de escritura es sinónimo del ritmo vital de la persona y la presión del trazo equivale al grado de energía de cada uno. Por ejemplo, las personas que escriben con el trazo inclinado hacia la derecha buscan aceptación y cercanía en su ambiente laboral, las que lo hacen hacia la izquierda prefieren que se acerquen los demás y los que la inclinan indistintamente o tienen un trazo recto acostumbran a ser personas que cambian de opinión constantemente.
La dirección de cada línea de escritura revela las expectativas de la persona en su futuro puesto de trabajo y las personas que unen las letras en cada palabra suelen ser más consecuentes y capaces de hilvanar mejor las acciones. "Un comercial, por ejemplo, debe tener una letra movida, con una velocidad rápida de trazo más que una letra perfecta y redonda", aclara Viñals. "Un administrativo puede escribir más lento pero debe hacerlo más limpio, como con letras más bien hechas porque se le exige ser ordenado mientras que a un comercial se le exige dinamismo y rapidez".
¿Para qué?
Pero, ¿qué buscan? Las compañías quieren ver en cada letra algún indicio que les revele las capacidades del candidato en cuanto al rendimiento, orden, honestidad, fiabilidad, extroversión, constancia y posibles complicaciones personales, entre otros, como traumas infantiles o problemas psicológicos.
Las compañías pagan por informes grafológicos puntuales y muy pocas cuentan con un grafólogo en su plantilla, al contrario que las consultores de headhaunters o cazatalentos que acostumbran a tener uno fijo. El coste de cada informe grafológico (que incluye el análisis de una sola persona) varía entre los 150 y 300 euros. Sin embargo cuando se trata de hacer un descarte inicial, el precio suele ser mucho menor al hacer un precio de grupo. "Los más costosos y completos son los que se hacen para decidirse por un aspirante u otro a un puesto intermedio o superior", reconoce Viñals.
Aunque más del 70 por ciento de los informes sirven para seleccionar candidatos a puestos superiores, también hay compañías que lo hacen como descarte. "Por ejemplo, cada vez más anuncios laborales de los diarios piden que junto al currículum se envíe una carta manuscrita. ¿Para qué te crees que es?", reflexiona Simón.
Y como en el resto de fases de la selección de personal, también en la grafología hay picaresca. No será usted el primero que intente engañar a un grafólogo haciendo que un pariente o amigo le escriba la carta. "Es habitual, gente que cree que su caligrafía no es buena y optan porque alguien les escriba algo en un papel. Pero casi nunca sirve, cuando llegas a la entrevista te hacen escribir allí mismo", explica Xandró. Viñals añade que "no sirve de nada, aunque pases la prueba al final te acaban pillando por otro lado".
Fuente: www.eleconomista.es
08.07.08
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