Detectives privados, la otra policía
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Detectives privados, la otra policía
Empresarios, maridos, esposas, padres, familias acaudaladas víctimas de robos... son algunos de los clientes de las agencias de investigadores de Gipuzkoa.
Son los Sherlock Holmes del siglo XXI. Pero al contrario que el legendario personaje creado por Arthur Conan Doyle, los detectives son hoy bastante más discretos, pasan desapercibidos y se confunden con el resto de los mortales. Al menos, así ocurre en Gipuzkoa. Su trabajo, sin embargo, sigue siendo determinante para resolver casos que no llegan, ni jamás llegarán, a oídos de la Policía. Empresarios que sospechan que sus trabajadores les engañan, padres que quieren conocer lo que hacen sus hijos cuando salen por las noches, robos millonarios en viviendas de familias acaudaladas de Donostia, maridos y mujeres que creen que sus parejas les son infieles... Son los casos más habituales en los que trabajan los investigadores privados de Gipuzkoa. Sus historias son interminables. Estas que siguen son sólo algunas de ellas. Han sido obtenidas en el equipo de Detectives Argos de Donostia, que dirige Ángela Ramos, con veinticinco años de experiencia.
Las empresas son clientes asiduos de las agencias. En la mayoría de las ocasiones, los propietarios de fábricas y talleres recurren a estos gabinetes para esclarecer casos de absentismo laboral, robos, desviaciones de material. «Algo muy típico son las bajas que se registran durante el otoño. En esa época recibimos llamadas de empresarios que nos piden que efectuemos seguimientos a trabajadores suyos que, de una manera injustificada, se ponen enfermos o sufren alguna repentina lesión. Siempre se producen en las mismas fechas. Y, claro, después de tres años seguidos faltando al trabajo en la misma época del año, el empresario comienza a sospechar. De esta manera, cuando les hacemos un seguimiento vemos que, en realidad, lo que hace el empleado es coger la escopeta e irse a cazar, bien al pase de la paloma o a la captura de otra ave. Esta práctica es bastante común».
Pero no sólo la caza es motivo de las ausencias injustificadas en los centros de trabajo. «Otras veces, las bajas son por causas tan absurdas como que el empleado tiene una huerta y en determinada época del año, tiene que preparar la tierra o recolectar el fruto. También se dan casos de quienes están de baja porque en realidad poseen un segundo trabajo, en un bar por ejemplo».
En el ámbito laboral, los detectives se topan asimismo con casos de amenazas y extorsiones a empresarios. «De pronto, comienzan a aparecer pintadas anónimas contra el empresario. Los autores son, muchas veces, personas que se aprovechan la situación socio-política que se vive en el País Vasco, para obtener mejoras en su situación personal».
La Seguridad Social y las mutuas aseguradoras solicitan asimismo con frecuencia sus servicios. «Tuvimos que investigar a un señor que se dedicaba a montar estructuras de pabellones industriales. Una vez, este hombre sufrió una caída desde una altura considerable y se le concedió una incapacidad parcial por la que percibía una suma de dinero. Pero él quería la absoluta. De esta forma, una mutua que ya intuía que había algo extraño nos contrató para que realizásemos un seguimiento. Y descubrimos que seguía subiéndose a andamios de ocho, diez o más metros de altura. Se le hizo un reportaje gráfico que se presentó en el juzgado. Y no sólo no le concedieron la absoluta, sino que le retiraron la parcial y, además, le obligaron a devolver todo el dinero que había percibido. Para él fue un duro golpe, pero en realidad se trataba de una estafa».
Los robos son también frecuentes en los negocios. «En una pastelería de Donostia comenzaron a notar que los beneficios habían caído cuando la productividad no lo había hecho. Nos llamaron y tras horas de seguimiento descubrimos que uno de los trabajadores robaba dinero descaradamente y que, además, parte de la producción de pasteles o pastas las tiraba a contenedores. A esta persona le grabamos y cuando se le mostró el material no dijo nada. Se le despidió y punto. ¿Por qué lo hacía? Probablemente porque no estaba contento en el puesto de trabajo. Era un padre de familia. Hoy está trabajando en otra empresa».
Robos en casas
Los robos en las viviendas son otro clásico de los detectives. «Una familia adinerada de Donostia, con servicio doméstico, descubrió que de una cuenta bancaria periódicamente desaparecía dinero. Ellos pensaron que necesariamente tenía que ser un miembro de la propia familia, en concreto alguno de sus hijos. El dinero se extraía desde un cajero automático situado en un radio de cinco o seis calles de la casa, a unas horas más o menos concretas. Empezamos por seguir a los hijos, pero fuimos descartándolos y llegamos a la conclusión de que no era ninguno. El resultado sorprendió a quienes nos habían contratado, que eran los padres. Ya sólo podía ser alguna de las tres personas del servicio. Todas tenían acceso al lugar en el que se depositaban las tarjetas, ya que se desenvolvían por toda la casa y podían revisar los cajones. Poco a poco fuimos cerrando el círculo y al final descubrimos quién era. El día que fuimos a comunicarles el resultado de la investigación, la señora de la casa dijo: 'Lo único que pido es que no sea la cocinera'. Pues era ella. Se había apropiado de unos nueve millones de las antiguas pesetas. Lo hizo porque su marido tenía dificultades económicas en su negocio y necesitaba dinero. Al final, reconoció los hechos y como era tan buena cocinera, continuó en la casa. El dinero lo tuvo que devolver a plazos».
Otro caso doméstico por millones de por medio. «A una mujer de edad ya avanzada le cuidaban tres personas. En la casa habían desaparecido cuatro millones de pesetas que permanecían escondidas en un sofá. Un caso tremendamente difícil de resolver. Ideamos un montaje. Investigamos a cada una de las personas, obtuvimos toda la información que pudimos sobre ellas. Llegamos a saber hasta las creencias religiosas que tenían. A cada una por separado les comunicamos que se había producido la sustracción del dinero y también les dijimos que los dueños no iban a emprender acciones legales si admitían los hechos. A cada uno, de acuerdo a su perfil, se le ofreció una forma diferente de devolver el dinero. También se les informó de que existían y unas grabaciones y que a las 12.00 horas de un día determinado iban a ser visionadas en el despacho de un notario. En realidad no era cierto, pero ellos no lo sabían. Fuimos informados también de que uno de los sospechosos era muy religioso. Así, se le propuso, sin saber aún que era él, que podía devolver el dinero a un sacerdote en secreto de confesión. Esta persona pensó que a los restantes sospechosos se les había realizado la misma oferta pero no era así. A cada una le propusimos una distinta. De esta forma, cuando vimos que unos minutos antes de que expirara el plazo dado llegaba a casa un sacerdote con los cuatro millones envueltos en papel de periódico supimos quién era».
Problemas de pareja
La infidelidad entre parejas es otro de los ámbitos en los que los investigadores privados más trabajan. Hombres y mujeres acuden hoy por igual a a estos gabinetes en busca de pruebas de las andanzas extraconyugales de unas y otros. Las estadísticas revelan que cuando un marido, novio o compañero sospecha que su pareja mantiene otra relación, un alto porcentaje se equivoca. Por el contrario, cuando es la mujer la que intuye la infidelidad, pocas fallan en el diagnóstico.
«Nos contrataron para ir a la República Dominicana y hacer un seguimiento a una mujer. Su marido sospechaba de algunos viajes que realizaba a este país con una amiga. Comentó que tenía dudas respecto a ella y que era posible de que allí se encontrase con un morenazo. En realidad, la investigación desveló que lo que allí había era un 'lío' entre las amigas. Lo intuimos antes de partir. El marido aportó un dato que ya entonces nos hizo sospechar que existía una relación entre las dos mujeres. Dijo que ambas llevaban el mismo colgante. Eran dos piezas muy específicas, dos cristos de Dalí. Aquello despertó nuestras sospechas. ¿Dos mujeres con el mismo colgante? Luego no fue difícil descubrir lo que había entre ellas. Yo creo que el marido también intuía que existía esta relación».
En otra ocasión, el cliente fue una mujer. «Lo estaba pasando francamente mal, tenía hijos... Llamaba a cualquier hora del día. El marido era un empresario que se movía mucho. Tenía una amante en Donostia. Se la llevaba a cualquier lugar. Informamos a la esposa de todos los pasos que daba pero ella siempre quería saber más».
Los investigadores aseguran que los casos de infidelidades siempre acaban igual: en un domicilio o en un hotel. «A veces les dices que su marido ha terminado en un hotel con su amante y te preguntan ¿y qué? Claro, les puedes responder que igual han ido a jugar al parchís, pero ya me dirás... Si un señor entra con una señora a las tres de la madrugada en un hotel y sale a las nueve de la mañana... no hay que darle muchas vueltas. Pero siempre hay personas que no se quedan convencidas; son las que no quieren ver lo que realmente hay».
Adolescentes
Los padres recurren cada vez más a los detectives para saber qué hacen sus hijos. No son pocos los progenitores que desean conocer cómo se mueven los chavales en sus salidas nocturnas. «Hemos seguido a chicos y chicas de 14 y 15 años, que salen de su casa normales y se ponen hasta arriba del botellón. Media hora antes de regresar a casa, se meten los dedos en la boca, vomitan y cuando entran en el domicilió están algo más recuperados. La verdad es que resulta duro explicar a los padres el comportamiento de sus hijos».
«En una ocasión investigamos a una niña de 17 años que tenía un mal comportamiento. El seguimiento nos permitió descubrir que estaba embarazada y que estaba a punto abortar. Tenía incluso ya fecha para hacerlo. Cuando se lo conté a la madre, casi se desmaya. Aún nos lo agradece».
Un caso de 'bullying'. «Vinieron a la agencia los padres de un chaval que empezó a faltar al colegio. Los progenitores querían saber a dónde iba. Le seguimos y, en realidad, el chico no hacía nada. Se montaba en un tren y unas veces iba a Lasarte, se bajaba, daba una vuelta y regresaba. Otra iba más lejos, pero en realidad tampoco hacía nada. El problema era que tenía conflictos con otros compañeros. El famoso 'bullying'. Al chico se le cambió de centro y hoy está muy bien».
Fuente: http://www.diariovasco.com/v/20100509/al-dia-local/detectives-privados-otra-policia-20100509.html
Son los Sherlock Holmes del siglo XXI. Pero al contrario que el legendario personaje creado por Arthur Conan Doyle, los detectives son hoy bastante más discretos, pasan desapercibidos y se confunden con el resto de los mortales. Al menos, así ocurre en Gipuzkoa. Su trabajo, sin embargo, sigue siendo determinante para resolver casos que no llegan, ni jamás llegarán, a oídos de la Policía. Empresarios que sospechan que sus trabajadores les engañan, padres que quieren conocer lo que hacen sus hijos cuando salen por las noches, robos millonarios en viviendas de familias acaudaladas de Donostia, maridos y mujeres que creen que sus parejas les son infieles... Son los casos más habituales en los que trabajan los investigadores privados de Gipuzkoa. Sus historias son interminables. Estas que siguen son sólo algunas de ellas. Han sido obtenidas en el equipo de Detectives Argos de Donostia, que dirige Ángela Ramos, con veinticinco años de experiencia.
Las empresas son clientes asiduos de las agencias. En la mayoría de las ocasiones, los propietarios de fábricas y talleres recurren a estos gabinetes para esclarecer casos de absentismo laboral, robos, desviaciones de material. «Algo muy típico son las bajas que se registran durante el otoño. En esa época recibimos llamadas de empresarios que nos piden que efectuemos seguimientos a trabajadores suyos que, de una manera injustificada, se ponen enfermos o sufren alguna repentina lesión. Siempre se producen en las mismas fechas. Y, claro, después de tres años seguidos faltando al trabajo en la misma época del año, el empresario comienza a sospechar. De esta manera, cuando les hacemos un seguimiento vemos que, en realidad, lo que hace el empleado es coger la escopeta e irse a cazar, bien al pase de la paloma o a la captura de otra ave. Esta práctica es bastante común».
Pero no sólo la caza es motivo de las ausencias injustificadas en los centros de trabajo. «Otras veces, las bajas son por causas tan absurdas como que el empleado tiene una huerta y en determinada época del año, tiene que preparar la tierra o recolectar el fruto. También se dan casos de quienes están de baja porque en realidad poseen un segundo trabajo, en un bar por ejemplo».
En el ámbito laboral, los detectives se topan asimismo con casos de amenazas y extorsiones a empresarios. «De pronto, comienzan a aparecer pintadas anónimas contra el empresario. Los autores son, muchas veces, personas que se aprovechan la situación socio-política que se vive en el País Vasco, para obtener mejoras en su situación personal».
La Seguridad Social y las mutuas aseguradoras solicitan asimismo con frecuencia sus servicios. «Tuvimos que investigar a un señor que se dedicaba a montar estructuras de pabellones industriales. Una vez, este hombre sufrió una caída desde una altura considerable y se le concedió una incapacidad parcial por la que percibía una suma de dinero. Pero él quería la absoluta. De esta forma, una mutua que ya intuía que había algo extraño nos contrató para que realizásemos un seguimiento. Y descubrimos que seguía subiéndose a andamios de ocho, diez o más metros de altura. Se le hizo un reportaje gráfico que se presentó en el juzgado. Y no sólo no le concedieron la absoluta, sino que le retiraron la parcial y, además, le obligaron a devolver todo el dinero que había percibido. Para él fue un duro golpe, pero en realidad se trataba de una estafa».
Los robos son también frecuentes en los negocios. «En una pastelería de Donostia comenzaron a notar que los beneficios habían caído cuando la productividad no lo había hecho. Nos llamaron y tras horas de seguimiento descubrimos que uno de los trabajadores robaba dinero descaradamente y que, además, parte de la producción de pasteles o pastas las tiraba a contenedores. A esta persona le grabamos y cuando se le mostró el material no dijo nada. Se le despidió y punto. ¿Por qué lo hacía? Probablemente porque no estaba contento en el puesto de trabajo. Era un padre de familia. Hoy está trabajando en otra empresa».
Robos en casas
Los robos en las viviendas son otro clásico de los detectives. «Una familia adinerada de Donostia, con servicio doméstico, descubrió que de una cuenta bancaria periódicamente desaparecía dinero. Ellos pensaron que necesariamente tenía que ser un miembro de la propia familia, en concreto alguno de sus hijos. El dinero se extraía desde un cajero automático situado en un radio de cinco o seis calles de la casa, a unas horas más o menos concretas. Empezamos por seguir a los hijos, pero fuimos descartándolos y llegamos a la conclusión de que no era ninguno. El resultado sorprendió a quienes nos habían contratado, que eran los padres. Ya sólo podía ser alguna de las tres personas del servicio. Todas tenían acceso al lugar en el que se depositaban las tarjetas, ya que se desenvolvían por toda la casa y podían revisar los cajones. Poco a poco fuimos cerrando el círculo y al final descubrimos quién era. El día que fuimos a comunicarles el resultado de la investigación, la señora de la casa dijo: 'Lo único que pido es que no sea la cocinera'. Pues era ella. Se había apropiado de unos nueve millones de las antiguas pesetas. Lo hizo porque su marido tenía dificultades económicas en su negocio y necesitaba dinero. Al final, reconoció los hechos y como era tan buena cocinera, continuó en la casa. El dinero lo tuvo que devolver a plazos».
Otro caso doméstico por millones de por medio. «A una mujer de edad ya avanzada le cuidaban tres personas. En la casa habían desaparecido cuatro millones de pesetas que permanecían escondidas en un sofá. Un caso tremendamente difícil de resolver. Ideamos un montaje. Investigamos a cada una de las personas, obtuvimos toda la información que pudimos sobre ellas. Llegamos a saber hasta las creencias religiosas que tenían. A cada una por separado les comunicamos que se había producido la sustracción del dinero y también les dijimos que los dueños no iban a emprender acciones legales si admitían los hechos. A cada uno, de acuerdo a su perfil, se le ofreció una forma diferente de devolver el dinero. También se les informó de que existían y unas grabaciones y que a las 12.00 horas de un día determinado iban a ser visionadas en el despacho de un notario. En realidad no era cierto, pero ellos no lo sabían. Fuimos informados también de que uno de los sospechosos era muy religioso. Así, se le propuso, sin saber aún que era él, que podía devolver el dinero a un sacerdote en secreto de confesión. Esta persona pensó que a los restantes sospechosos se les había realizado la misma oferta pero no era así. A cada una le propusimos una distinta. De esta forma, cuando vimos que unos minutos antes de que expirara el plazo dado llegaba a casa un sacerdote con los cuatro millones envueltos en papel de periódico supimos quién era».
Problemas de pareja
La infidelidad entre parejas es otro de los ámbitos en los que los investigadores privados más trabajan. Hombres y mujeres acuden hoy por igual a a estos gabinetes en busca de pruebas de las andanzas extraconyugales de unas y otros. Las estadísticas revelan que cuando un marido, novio o compañero sospecha que su pareja mantiene otra relación, un alto porcentaje se equivoca. Por el contrario, cuando es la mujer la que intuye la infidelidad, pocas fallan en el diagnóstico.
«Nos contrataron para ir a la República Dominicana y hacer un seguimiento a una mujer. Su marido sospechaba de algunos viajes que realizaba a este país con una amiga. Comentó que tenía dudas respecto a ella y que era posible de que allí se encontrase con un morenazo. En realidad, la investigación desveló que lo que allí había era un 'lío' entre las amigas. Lo intuimos antes de partir. El marido aportó un dato que ya entonces nos hizo sospechar que existía una relación entre las dos mujeres. Dijo que ambas llevaban el mismo colgante. Eran dos piezas muy específicas, dos cristos de Dalí. Aquello despertó nuestras sospechas. ¿Dos mujeres con el mismo colgante? Luego no fue difícil descubrir lo que había entre ellas. Yo creo que el marido también intuía que existía esta relación».
En otra ocasión, el cliente fue una mujer. «Lo estaba pasando francamente mal, tenía hijos... Llamaba a cualquier hora del día. El marido era un empresario que se movía mucho. Tenía una amante en Donostia. Se la llevaba a cualquier lugar. Informamos a la esposa de todos los pasos que daba pero ella siempre quería saber más».
Los investigadores aseguran que los casos de infidelidades siempre acaban igual: en un domicilio o en un hotel. «A veces les dices que su marido ha terminado en un hotel con su amante y te preguntan ¿y qué? Claro, les puedes responder que igual han ido a jugar al parchís, pero ya me dirás... Si un señor entra con una señora a las tres de la madrugada en un hotel y sale a las nueve de la mañana... no hay que darle muchas vueltas. Pero siempre hay personas que no se quedan convencidas; son las que no quieren ver lo que realmente hay».
Adolescentes
Los padres recurren cada vez más a los detectives para saber qué hacen sus hijos. No son pocos los progenitores que desean conocer cómo se mueven los chavales en sus salidas nocturnas. «Hemos seguido a chicos y chicas de 14 y 15 años, que salen de su casa normales y se ponen hasta arriba del botellón. Media hora antes de regresar a casa, se meten los dedos en la boca, vomitan y cuando entran en el domicilió están algo más recuperados. La verdad es que resulta duro explicar a los padres el comportamiento de sus hijos».
«En una ocasión investigamos a una niña de 17 años que tenía un mal comportamiento. El seguimiento nos permitió descubrir que estaba embarazada y que estaba a punto abortar. Tenía incluso ya fecha para hacerlo. Cuando se lo conté a la madre, casi se desmaya. Aún nos lo agradece».
Un caso de 'bullying'. «Vinieron a la agencia los padres de un chaval que empezó a faltar al colegio. Los progenitores querían saber a dónde iba. Le seguimos y, en realidad, el chico no hacía nada. Se montaba en un tren y unas veces iba a Lasarte, se bajaba, daba una vuelta y regresaba. Otra iba más lejos, pero en realidad tampoco hacía nada. El problema era que tenía conflictos con otros compañeros. El famoso 'bullying'. Al chico se le cambió de centro y hoy está muy bien».
Fuente: http://www.diariovasco.com/v/20100509/al-dia-local/detectives-privados-otra-policia-20100509.html
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