Las fantasmadas se pagan caras

Detectives privados, ¿públicas mentiras?

Este detective de Barcelona cerró con los padres de Madeleine un acuerdo millonario. A cambio de 75.000 euros al mes, Francisco Marco iba a encontrar a Madeleine: la pequeña volvería a casa por Navidad. Maddie no ha aparecido, pero el nombre de su agencia de investigación ha dado la vuelta al mundo. Una periodista investiga al investigador.

El taxista que me deja ante las nuevas oficinas de la agencia de detectives Método 3 comenta: «Menudo reducto de pijos...». Señalando al restaurante de la planta baja agrega: «Ahí van todos a lucir el Rolex y los modelitos de diseño, se lo digo yo». El despacho de Francisco Marco se encuentra en el segundo piso. Espero sentada junto a una mesa de reuniones de diseño a juego con unas espléndidas sillas de cuero blanco. Apiladas contra las paredes, varias pinturas modernas. El lugar se parece más a una galería de arte que al cuartel general de una de las investigaciones más complicadas de los últimos años. No se escuchan teléfonos ni hay muestras de actividad. No veo que nadie se ocupe de las supuestas `líneas calientes´ destinadas a recoger llamadas de quien pueda aportar nuevos datos sobre el caso Madeleine. Es verdad que es la hora de comer, pero también que no estoy autorizada a hacer preguntas al respecto. «No vamos a responder a ninguna cuestión en relación con Madeleine. Sobre Maddie no vamos a hablar, ¿está claro?», me instruye, con el rostro serio, José Luis, primo de Francisco y uno de los empleados de la agencia.

Cuando repara en que no dejo de mirar la oficina semidesierta, añade que compraron la nueva sede a principios del año pasado, dando a entender que dicha adquisición no tiene nada que ver con la decisión de Find Madeleine Fund (consorcio dotado con un millón de euros procedentes de aportaciones públicas y privadas) de contratar sus servicios durante seis meses a cambio de unos honorarios de seis cifras.

«Las obras han llevado meses y no pudimos hacer el traslado hasta el 14 de diciembre», explica. Tras vacilar un momento, añade: «Navidad es buen momento para hacer una mudanza». Precisamente, por entonces, Marco declaró a la prensa que «si Dios quiere», Madeleine iba a ser devuelta muy pronto a su familia. El detective niega ahora haber hecho esa afirmación.

Clarence Mitchell, el portavoz de los padres de Madeleine, afirma que Método 3 «se ofreció» a asumir la investigación, lo mismo que otras agencias. Una semana después de la desaparición de su hija, los McCann contactaron con la empresa británica de seguridad Control Risks Group. Mitchell explica que esta empresa sigue «efectuando labores de asesoría» y añade que la agencia española fue contratada en septiembre en razón de la «proximidad cultural y lingüística» entre Portugal y España. «Si hubiéramos contratado a detectives británicos o, peor aún, norteamericanos, nos habrían sido cerradas muchas puertas –razona Mitchell–. O hasta nos habrían acusado de obstrucción a la justicia. Técnicamente, en Portugal es ilegal llevar a cabo una investigación en paralelo. Pero como la investigación la está llevando a cabo Método 3, Alipio Riberio (el director general de la Policía Judiciaria portuguesa) prefiere hacer la vista gorda.» Mitchell agrega que la decisión de contratarlos fue «colectiva», tomada por Gerry McCann y los abogados y colaboradores de la familia, porque la agencia ofrecía el perfil, el personal y los medios suficientes para operar en varios países.

Ahora, las cosas no están tan claras. Precisamente unos días después de que la prensa haya dicho que la Find Madeleine Fund está considerando rescindir el contrato con Método 3, Marco se aviene a una cita. Cuando finalmente entra en la sala, deja sobre la mesa un dossier de 144 páginas con artículos de prensa sobre su persona y su agencia. Lleva un jersey negro, americana y un flequillo que parece moldeado con el secador.

Cuando le pregunto por su cualificación profesional, ordena a la secretaria que fotocopie las primeras páginas de su tesis doctoral sobre la investigación privada. El detective tiene un máster y un doctorado en derecho penal. Al cabo de unos minutos, la secretaria le dice que no encuentra la tesis y él se irrita con ella. A continuación, me habla de su juventud y explica que en su adolescencia estaba tan obsesionado por convertirse en detective que solía levantarse a las cinco de la madrugada para seguir a desconocidos con su scooter y controlar sus movimientos. Su madre, María Marita Fernández Lado, fundó Método 3 en 1986, cuando él era un chaval. Marco empezó a ayudar en la agencia durante las vacaciones escolares. «Mi madre decidió crear una agencia de detectives, una agencia a lo grande, que llevara casos importantes y fuera un buen negocio. Ella quería cambiar la imagen que se tiene del pequeño investigador privado, fundamentalmente ocupado de infidelidades amorosas», concluye Marco.

Marco explica que una de las razones por las que en Barcelona ha habido tradicionalmente muchos detectives radica en que la burguesía catalana adinerada siempre estuvo obsesionada con salvaguardar la herencia y el patrimonio familiares, por lo que era corriente que los padres recurriesen a dichos investigadores para recabar información sobre los hijos políticos en potencia. Método 3 siguió un curso distinto y empezó a especializarse en estafas financieras, espionaje industrial y fraudes a las aseguradoras.
En el `caso Madeleine´, el detective ha declarado a la prensa que «la principal línea de investigación de la agencia se centra en los pedófilos». Por lo demás, no se sabe mucho sobre la forma precisa en que Método 3 ha estado llevando la investigación. Su madre ha declarado que la agencia había encontrado a 23 niños desaparecidos en el pasado y que hoy tiene a veintitantas personas trabajando a tiempo completo en el caso. Sin embargo, en una entrevista posterior, Marco aseguraba que Método 3 contaba con «40 personas trabajando en el caso, aquí y en Marruecos», basándose en la posibilidad de que la niña hubiera sido llevada a ese país desde Tarifa. Cuando los periodistas le han preguntado por la frecuencia de sus informes a los McCann, Marco ha respondido que es «diaria» y agrega que los honorarios por sus servicios no son altos, sino «simbólicos». Incluso ha llegado a apostarse con algún reportero una cena si no consigue localizar a la niña antes del 30 de abril. Cuando yo le pido detalles sobre todos esos asuntos y sobre los 23 casos de localización de niños perdidos mencionados por su madre, Marco, de pronto, se arrellana en la silla y responde que no puede decir nada al respecto, por cuestión de confidencialidad. Al poco, su primo José Luis, que hasta el momento ha estado sentado a nuestro lado sin apenas abrir la boca, indica que la entrevista se ha acabado con un tajante gesto de la mano.

Barcelona tiene una tradición de prestigio en lo tocante a la investigación privada. Una de las principales agencias, el Grupo Winterman, establecido por José María Vilamajó hace más de 30 años, tiene su sede en la ciudad, diez agencias en todo el país y 150 empleados. Vilamajó es el único detective que se presta a ser citado por su nombre y sus apellidos. Los demás investigadores con quienes hablo prefieren hacerlo desde el anonimato por temor a represalias profesionales. Vilamajó me habla de la inflación de detectives privados en la ciudad y de la tremenda competencia. Junto con Marco, es el único investigador que me recibe en una espaciosa sala de reuniones, y tengo la impresión de que Método 3 ha copiado dicha atmósfera corporativa en sus propias oficinas, acaso en previsión de rápida expansión en el futuro. Con los demás detectives me entrevisto en bares o en sus oficinas, mucho más modestas, a veces decoradas con motivos que parecen sacados del mundo del cine. Uno de ellos tiene como tono de llamada en el móvil la música de la película El Padrino.

Todos coinciden en que Método 3 opera «a su modo», distinto al del resto de las agencias y que está dejando en ridículo a todo el sector. Un crítico subraya que «Marco no se entera de lo que pasa en la calle». «Más bien es un teórico –agrega–. Parece un ejecutivo, siempre vestido con traje y corbata.» Será porque cuenta con soldados rasos que se encargan del trabajo rutinario, argumento. Un largo suspiro. «Ni de lejos son tantos como él anda pregonando», me responden. Nadie cree que Método 3 tenga 40 personas trabajando en el caso de Madeleine. Según consideran, su número de empleados no debe de pasar de la docena. El comentario más inquietante se refiere a que Método 3 se está valiendo del encargo con fines publicitarios y de que las bravatas de Marco sobre la pronta localización de la pequeña podrían obstaculizar otros intentos por saber la verdad. «Si la agencia al final no consigue resolver el caso McCann, todo el mundo se habrá olvidado de su fracaso dentro de unos pocos años –inciden–. Pero Método 3 por entonces será una agencia muy famosa, y eso es lo que de verdad les interesa».

Para informarme sobre las normas de comportamiento de los investigadores privados, hablo con el presidente del colegio catalán, José María Fernández Abril. Tras dejar claro que no está autorizado a hablar sobre miembros concretos de su asociación, expresa inquietudes parecidas a las verbalizadas por los demás detectives en relación con Método 3. Cuando voy a marcharme, me informa de que el colegio organiza una cena anual de detectives y me invita a asistir al banquete, durante el que se conceden algunos premios. Entre ellos, uno al autor de ficción que más haya contribuido a la difusión y el entendimiento del trabajo detectivesco. El galardón lo gana este año Dan Brown, el autor de El código Da Vinci. Todo esto podría ser divertido si no fuera porque he venido a Barcelona a causa de que una niña que estaba de vacaciones con su familia se acostó una noche a dormir con sus dos hermanitos y desapareció.

Christine Toomey