Colocaban microcámaras en los cajeros para obtener datos y desplumar las cuentas corrientes

No es la primera vez y probablemente no sea la última, pero por el momento, la Policía ha logrado poner coto a las maniobras de una banda de ciudadanos búlgaros que fueron sorprendidos «in fraganti» cuando manipulaban un cajero automático con el fin de obtener datos personales de los clientes que operaran en el mismo, a fin de duplicarle la tarjeta de crédito y desplumarle la cuenta corriente.

El servicio, que ha puesto fuera de juego al que la Policía considera primer escalón de una red de carácter internacional, ha sido posible gracias a la perspicacia de dos policías pertenecientes a la Brigada de Seguridad Ciudadana, que durante una ronda rutinaria nocturna sospecharon de las maniobras de cuatro individuos cerca de un cajero automático.

Las sospechas se materializaron cuando los individuos se sintieron descubiertos e intentaron darse a la fuga.

En el posterior registro, los agentes encontraron lo que, a todas luces, era un sofisticado material electrónico preparado para obtener datos personales de las tarjetas de crédito con que operaban los clientes. Más tarde, los especialistas del Grupo de Delincuencia Económica determinarían que los detenidos se dedicaban a la obtención de datos para pasarlos a otros miembros de la banda, que se encargaban de fabricar falsas tarjetas de crédito con las que realizar extracciones de dinero en efectivo en cualquier cajero.

Para la obtención de los datos, los detenidos colocaban en los cajeros unas falsas ranuras para la introducción de las tarjetas, en las que había unos chips que eran capaces de leer y memorizar los datos de la banda magnética. Junto a estos apliques, que eran colocados delante de las ranuras reales, lo que no invalidaba la operación real en el cajero, los búlgaros se valían de microcámaras para filmar el momento en que el cliente tecleaba su número secreto. Con ambas informaciones, una vez «clonada» la tarjeta, la organización tenía vía libre para desplumarle la cuenta a su víctima.

Para colocar las microcámaras, los búlgaros detenidos se valían del hueco de los altavoces que hay situados en la parte alta de los cajeros o colocando otros falsos altavoces que no llamaban la atención. Por lo general se aprovechaban de aquellos cajeros situados a muy bajo nivel, lo que impide al cliente tener un dominio visual de la zona donde está colocada la cámara.

Los cuatro detenidos han sido identificados como Dimitar I.G., de 27 años y con una detención anterior por lesiones; Krasimir P.S., de 28 años; Zhelyazko G.D., de 27 años, y Stoyan T., de 26 años de edad. Entre otros muchos efectos, los agentes que participaron en la operación intervinieron a los cuatro detenidos bocanas con lector de bandas magnéticas, carcasas de altavoz conteniendo una microcámara, una tarjeta de memoria y una fuente de alimentación, tarjetas de crédito y un listado con nueve direcciones en Sevilla de una misma entidad bancaria, en las que habían actuado ya.